Llegan las vacaciones de verano, hay muchas que hacer, muchos piensan en ir de viaje junto a sus amigos, recorrer chile de pies a cabeza y descubrir las miles de bellezas e historias que se encuentran ocultas debajo de cada piedra, árbol, cueva, cascada, o algún objeto que represente a dicho lugar.
Recuerdo cuando con unos amigos nos fuimos de muchiliar luego que finalizaron los trabajos voluntarios de verano, habíamos ido a Trumao, una localidad ubicada a 45 minutos de San Pablo en la X región, era el último día que nos quedaba antes de partir de regreso a Santiago, yo y un amigo estábamos hablando de Chiloé y de la cantidad de historias que tenía, hablamos mucho rato esperando con ansias la hora del almuerzo, hasta que llegó, yo sentada al medio de la meza hablando con todos de las experiencias que vivimos y ¡bla bla bla!, hasta que se me ocurrió preguntarles ¿les gustaría irse a muchiliar por una semana? Y todos me miraron con una cara como diciendo ¡y a ésta mina que le pasa!, ¡que onda demá!, yo creo sinceramente que muchos me hubieran mandado a la misma mierrrrr...! pero de buena onda la mayoría decía ¡podría ser!...
Haciendo corta la cosa, terminó la hora de almuerzo, y solamente 3 de los 17 que éramos en la comunidad de Trumao ¡aperraron!, no teníamos carpa, y entre los cuatro solo juntamos alrededor de los 23 mil pesos, ¡mmmm! pensando objetivamente no se podía hacer mucho. Llego la hora de que los 115 jóvenes que fueron a los trabajos voluntarios, que estaban repartidos en diez localidades regresaran a Santiago, iban todos los buses casi lleno, menos uno, al que le faltaban 4 jóvenes, que éramos nosotros que íbamos en búsqueda de aventuras y de pasarlo bien.
Llegamos a Ancud Chiloé, eran cerca de las 12 de la noche y no teníamos donde quedarnos, de la nada apareció una nube oscura, que en cosas de segundo se largo a llover a mango –no era que llovieran mangos del cielo, sino que llovía muy fuerte-. Mochilas gigantes llenas de martillos, serruchos, clavos, alicate y un centenar de herramientas y cosas extras, estaban tiradas en el suelo y nosotros en cima de ellas, hasta que de la nada llegó un curita del sector y nos facilito una iglesia, literalmente gracias a Dios fue que tuvimos donde dormir –jejeje-.
Achao –otra localidad de Chiloé-, llegamos alrededor de las 6 de la tarde, no teníamos donde quedarnos, lo único bueno es que ya teníamos una carpa por lo menos para tener donde dormir, bajaba y bajaba el sol y aun no hallábamos donde poner la carpa para “dormir” ¡jejejeje!, llegamos a una playa y había una señora con su perro en la playa, le preguntamos si es que había alguna posibilidad de que pusiéramos la carpa en la playa y que no hubiera problemas, al escuchar un ¡NO!, por que la marea sube a las ocho de la noche y no baja hasta las 7 de la mañana y la playa en esas horas desaparece, ooh! No hallábamos donde quedarnos, caminamos a lo largo de la playa, hasta que en lo alto de un cerro había un peladero, subimos, nos caímos mil veces, rodamos, nos embarramos, de todo! Hasta que llegamos al ¡peladero!, pusimos la carpa y fuimos a la búsqueda de leña para hacer fuego y poder comer algo.

¡Revisemos las mochilas para ver que tenemos para comer!, luego de prácticamente dar vuela las mochilas, lo único que encontramos fue una sopa en sobre para preparar, mmmm no era mucho, pero hacía mucho frío y teníamos hambre!, así que en realidad daba lo mismo a esas alturas. Preparamos el fuego, y en una mini olla preparamos la sopa, hirvió la olla ¡por fin!, todos sacaban sus vasos de plásticos para disfrutar de la única “comida” que nos quedaba, estaba muy caliente la olla y no teníamos con que sacara de las fuerte llamas, hasta que se me ocurrió agarrar dos palos por los mangos de la olla y sacarla, todos ¡ooH! bien bien, buena buena que ingeniosa!, entre tanta emoción por tomar algo caliente uno de los palitos milagrosos se resbalo del mango dejando caer más de la mitad de la sopa a la fogata, las miradas eran intensas hacia mi, nadie decía nada, solo hablaban con las miradas y según mis percepciones, aun que en realidad no había que ser muy sabio para saber que era lo que sentían o lo que me querían decir, era ¡obvio!, pero de buena onda solamente me dijeron ¡pusha no importa pero igual las jodiste!, jejeje, nos quedamos sin sopa y sin fogata, por que nuestra ¡comida! Se encargo de apagar por completo las llamas! ¡ups i did it again!.

Nos fuimos a acostar luego de saborear en lo más mínimo la sopa que nos quedaba, entre la rabia nos quedamos dormidos y yo por la culpa que sentía me hacía la dormida pero estaba con un sentimiento de culpa jejeje que por mucho que pensara en otra cosa, venía a mi cabeza. Un silencio enorme en compañía del chocar de las olas en las rocas era lo único que se oía en la noche, hasta que un movimiento raro en la carpa hizo que abriera los ojos, estaba asustada por que sentía que habían personas afuera de la carpa, desperté a mis amigos y yo para compensar lo de la sopa, me hice la valiente, saqué la cabeza por la carpa con un tenedor en la mano en caso de que tuviera que ejercer defensa propia, asome la cabeza y me encontré con una ¡cabezota!, todos estábamos asustado, entre y les dije que estaba lleno de toros y vacas afuera de la carpa, que por nada del mundo hicieran ruidos, porque en cualquier momento yo veía que se tiraban encima de la carpa, no podíamos arrancar porque la marea estaba alta y estábamos rodeados de animales, que no eran pequeñitos, eran enormes, cómo esos toros que utilizan al momento de mover las cosas oh! Fue horrible, así que obligados a desvelarnos con hambre y preocupados de que una vaca o un toro nos aplastara!.
Recuerdo cuando con unos amigos nos fuimos de muchiliar luego que finalizaron los trabajos voluntarios de verano, habíamos ido a Trumao, una localidad ubicada a 45 minutos de San Pablo en la X región, era el último día que nos quedaba antes de partir de regreso a Santiago, yo y un amigo estábamos hablando de Chiloé y de la cantidad de historias que tenía, hablamos mucho rato esperando con ansias la hora del almuerzo, hasta que llegó, yo sentada al medio de la meza hablando con todos de las experiencias que vivimos y ¡bla bla bla!, hasta que se me ocurrió preguntarles ¿les gustaría irse a muchiliar por una semana? Y todos me miraron con una cara como diciendo ¡y a ésta mina que le pasa!, ¡que onda demá!, yo creo sinceramente que muchos me hubieran mandado a la misma mierrrrr...! pero de buena onda la mayoría decía ¡podría ser!...
Haciendo corta la cosa, terminó la hora de almuerzo, y solamente 3 de los 17 que éramos en la comunidad de Trumao ¡aperraron!, no teníamos carpa, y entre los cuatro solo juntamos alrededor de los 23 mil pesos, ¡mmmm! pensando objetivamente no se podía hacer mucho. Llego la hora de que los 115 jóvenes que fueron a los trabajos voluntarios, que estaban repartidos en diez localidades regresaran a Santiago, iban todos los buses casi lleno, menos uno, al que le faltaban 4 jóvenes, que éramos nosotros que íbamos en búsqueda de aventuras y de pasarlo bien.
Llegamos a Ancud Chiloé, eran cerca de las 12 de la noche y no teníamos donde quedarnos, de la nada apareció una nube oscura, que en cosas de segundo se largo a llover a mango –no era que llovieran mangos del cielo, sino que llovía muy fuerte-. Mochilas gigantes llenas de martillos, serruchos, clavos, alicate y un centenar de herramientas y cosas extras, estaban tiradas en el suelo y nosotros en cima de ellas, hasta que de la nada llegó un curita del sector y nos facilito una iglesia, literalmente gracias a Dios fue que tuvimos donde dormir –jejeje-.
Achao –otra localidad de Chiloé-, llegamos alrededor de las 6 de la tarde, no teníamos donde quedarnos, lo único bueno es que ya teníamos una carpa por lo menos para tener donde dormir, bajaba y bajaba el sol y aun no hallábamos donde poner la carpa para “dormir” ¡jejejeje!, llegamos a una playa y había una señora con su perro en la playa, le preguntamos si es que había alguna posibilidad de que pusiéramos la carpa en la playa y que no hubiera problemas, al escuchar un ¡NO!, por que la marea sube a las ocho de la noche y no baja hasta las 7 de la mañana y la playa en esas horas desaparece, ooh! No hallábamos donde quedarnos, caminamos a lo largo de la playa, hasta que en lo alto de un cerro había un peladero, subimos, nos caímos mil veces, rodamos, nos embarramos, de todo! Hasta que llegamos al ¡peladero!, pusimos la carpa y fuimos a la búsqueda de leña para hacer fuego y poder comer algo.

¡Revisemos las mochilas para ver que tenemos para comer!, luego de prácticamente dar vuela las mochilas, lo único que encontramos fue una sopa en sobre para preparar, mmmm no era mucho, pero hacía mucho frío y teníamos hambre!, así que en realidad daba lo mismo a esas alturas. Preparamos el fuego, y en una mini olla preparamos la sopa, hirvió la olla ¡por fin!, todos sacaban sus vasos de plásticos para disfrutar de la única “comida” que nos quedaba, estaba muy caliente la olla y no teníamos con que sacara de las fuerte llamas, hasta que se me ocurrió agarrar dos palos por los mangos de la olla y sacarla, todos ¡ooH! bien bien, buena buena que ingeniosa!, entre tanta emoción por tomar algo caliente uno de los palitos milagrosos se resbalo del mango dejando caer más de la mitad de la sopa a la fogata, las miradas eran intensas hacia mi, nadie decía nada, solo hablaban con las miradas y según mis percepciones, aun que en realidad no había que ser muy sabio para saber que era lo que sentían o lo que me querían decir, era ¡obvio!, pero de buena onda solamente me dijeron ¡pusha no importa pero igual las jodiste!, jejeje, nos quedamos sin sopa y sin fogata, por que nuestra ¡comida! Se encargo de apagar por completo las llamas! ¡ups i did it again!.

Nos fuimos a acostar luego de saborear en lo más mínimo la sopa que nos quedaba, entre la rabia nos quedamos dormidos y yo por la culpa que sentía me hacía la dormida pero estaba con un sentimiento de culpa jejeje que por mucho que pensara en otra cosa, venía a mi cabeza. Un silencio enorme en compañía del chocar de las olas en las rocas era lo único que se oía en la noche, hasta que un movimiento raro en la carpa hizo que abriera los ojos, estaba asustada por que sentía que habían personas afuera de la carpa, desperté a mis amigos y yo para compensar lo de la sopa, me hice la valiente, saqué la cabeza por la carpa con un tenedor en la mano en caso de que tuviera que ejercer defensa propia, asome la cabeza y me encontré con una ¡cabezota!, todos estábamos asustado, entre y les dije que estaba lleno de toros y vacas afuera de la carpa, que por nada del mundo hicieran ruidos, porque en cualquier momento yo veía que se tiraban encima de la carpa, no podíamos arrancar porque la marea estaba alta y estábamos rodeados de animales, que no eran pequeñitos, eran enormes, cómo esos toros que utilizan al momento de mover las cosas oh! Fue horrible, así que obligados a desvelarnos con hambre y preocupados de que una vaca o un toro nos aplastara!.
También está la opción que algunos que aun no se atreven a salir a descubrir el país solos o en compañía de sus amigos o parejas, si no que aun viajan junto a su papá, ¡el controlador!, la mamá preocupante y sobre protectora (peor), ese hermano chico odioso que no te deja por un instante tranquilo, sin preguntarte y ¿por qué esto? y ¿por qué lo otro?, y que sólo lo aguantas porque es tu hermano pequeño, esa abuela que cada vez que llevabas a un amigo a la casa le da la ¡lata! contándole los miles de ¡condoros! que te pegaste cuando chico o mejor aún, cuando llevabas a tu polola y tu abuela sin querer por la edad que tiene la llama con otro nombre oooooh!, ¿qué horrible no?.Bueno sin mencionar a esa tía que le gusta comer el pollo asado con la mano y quedar toda aceitosa, ese primo que se hace el macho pero tu sabes que tira para el otro lado, que se le quema el arroz, que se le da vuelta el paraguas, que es del otro bando, que es fleto, afeminado, amariconado, trolo, hueco, y un centenar de sinónimos que le tiene, pero no se lo dices directamente porque te da miedo o te da cosa hacérselo notar, por la reacción que podría tener, ¡mmmm! creo que sin duda no hay mejor cosa que salir con los amigos a disfrutar de la vida a la pinta de uno, sin tener que escuchar esas voces que por casi todo el año las estas escuchando y que lo único que quieres es que por un par de meses se borren de tu cabeza.
Los Trabajos Voluntarios, son una de las tantas respuestas a todas tus molestias y a al ocio y aburrimiento del verano, una experiencia linda y divertida de vivir, puedes conocer a mucha gente de tu misma “onda", ayudar a gente humilde pero buena a que se sientan un poco mejor, puedes hacer muchas cosas, se trabaja harto pero se pasa muy bien, ¡una cosa por otra!, ¿por qué en vez de tener que salir solamente a pasarlo bien o tener que aburrirte con tus familiares no vas a ayudar al resto?, al mismo tiempo en que uno le entrega un grano de arena a los más necesitados, ellos sin quererlo también te ayudan, a que seas una mejor persona y te desarrolles mejor frente a situaciones adversas.
Más que un trabajo de verano, son experiencias de la vida, que con el pasar del tiempo puedes ver el enriquecimiento y las grandes cosas que te ha entregado. Es todo un proceso de ¡feedback!, que con el solo hecho de ir con la voluntad de ayudar, te diviertes y conoces localidades de tu país que antes nunca habías escuchado.

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